El patito feo
La construcción de los modelos de gobernanza actuales, abiertos a la participación y al cogobierno de la ciudadanía ha promovido el desarrollo de nuevos valores que han venido transformando, en menor o en mayor grado, a los sistemas políticos. La apuesta por la transparencia, por el derecho fundamental y humano del acceso a la información pública, la protección de los datos personales y la exigencia por la rendición de cuentas de los servidores públicos ha impulsado, por ejemplo, movimientos como la alianza por el gobierno abierto. Estos temas, de algún modo, le han dado una nueva visibilidad al trabajo archivístico, considerado conceptualmente como un aliado estratégico. Sin embargo, esta visibilidad no ha tenido el impacto esperado en favor del gremio archivístico.
El caso mexicano puede ilustrar el itinerario que han tenido los archivos dentro del desarrollo de estos nuevos modelos. El impulso decisivo de la transparencia y el acceso a la información desplazó la necesidad apremiante de brindar una base jurídica y sólida a los archivos públicos a nivel nacional. La normatividad archivística se ha diseñado con un atraso impresionante con respecto a la de transparencia. Así mismo, en la práctica los archivos han seguido supeditados a los niveles más bajos de la jerarquía administrativa, sin infraestructura, presupuesto y personal preparado profesionalmente; y la poca atracción de la materia para la administración pública y para los círculos políticos, la han relegado como un factor secundario.
Sin demeritar la importancia de la transparencia y del acceso la información, estos rubros han ganado espacio y presupuesto frente al tema de los archivos. Pueden haber muchas explicaciones: la moda o la novedad, la exigencia social de una rendición de cuentas puntual al funcionario público o la necesidad de los políticos para mejorar su imagen; como quiera que sea, estos rubros han robado la atención de los académicos y de los políticos en detrimento de los sistemas de información, léase de los archivos.
Existe un gran riesgo, en cuanto a que no solamente los sistemas nacionales de transparencia, de anticorrupción y de archivos establecidos por las propias leyes mexicanas no se armonicen como ha quedado establecido, sino que los sistemas más robustos se coman al más débil.
Estamos iniciando en México la tercera generación de leyes sobre transparencia, y los archivos siguen siendo el patito feo de la administración pública parodiando el cuento clásico de Hans Christian Andersen, el tema relegado que aún está esperando la aprobación de una ley general que le de mayor sustento y aspiración a ser un cisne que sobresalga por sí mismo.